viernes, 26 de septiembre de 2014

Los estereotipos en los juguetes


Este post empieza con una madre que quiere comprarle a su hijo varón un muñeco bebé (o bebote). Se encuentra con empaques rosados y muy poca, poquísima, variedad. Bebés blancos y con ojos celestes. En alguna juguetería perdida tal vez haya alguno con pelo oscuro.

A las semanas la misma madre quiere conseguir una cocina de juguete y nuevamente sólo encuentra cocinas de color rosa, con nenas sonrientes y eslóganes como el que pueden apreciar en la foto. Se siente desanimada. E indignada.

Y entonces esta madre nota con decepción que la juguetería se divide en dos áreas: una rosa y otra azul. ¡Hasta Juliana Doctora ahora tiene una versión celeste que se llama Julián Doctor! Con los mismos elementos, claro está. Sin embargo no existe Juliana Constructora ni Julián Papá (mientras que Juliana Mamá trae un pañal, mamadera, vasito de agua, chupete, algodón, entre otros).

Los empaques son un capítulo aparte. Porque esos bebés plásticos blancos como un papel no son los únicos estereotipos de "belleza". Absolutamente todas las fotos publicitarias en las cajas de juguetes nacionales (hablo de Argentina) muestran niños blancos. ¿Alguien lo notó?

Estamos en el siglo XXI. Algunos fabricantes no se enteraron. Los juguetes "de nena" incluyen planchas, escobas, artículos de supermercado y de limpieza, accesorios de belleza, maquillaje, muñecas. Los juguetes "de varón" se componen mayormente por piezas de construcción y vehículos. Sólo los juegos de mesa escapan (levemente) de esta división escandalosamente sexista.

¿Qué le estamos enseñando a nuestros hijos con esta división estereotipada de géneros y de rasgos étnicos? ¿No le estamos diciendo, acaso, por anticipado y sin decirlo, que las posibilidades de mujeres y hombres son claramente distintas? ¿Que las personas bellas tienen rasgos físicos idénticos?

¿Y la diversidad? ¿Y la igualdad de derechos?

Este post es sólo esto: un esbozo de reflexión. Quienes queremos cambiar algo evidentemente tenemos mucho camino por recorrer.

lunes, 22 de septiembre de 2014

¡Mi hij@ no quiere compartir!

Foto: Metro Mama & Metro Baby

Dice la psicóloga Rosa Jové: "Compartir es el verbo que los padres más conjugan en tercera persona del presente de imperativo. ¡Comparte! Para los padres, el niño tiene que compartir sus cosas y su habitación con sus hermanos, sus pertenencias con cualquiera que se las pida e incluso sus juguetes con otros niños del parque. Poco importa que los mayores no prediquen con el ejemplo."

¿Alguna vez lo pensaron de ese modo? ¿Ustedes le prestarían su auto a un total desconocido? ¿Y qué son sus juguetes para los chicos si no eso: sus pertenencias más importantes? Si lo pensamos así ya no tiene tanto sentido insistir con el "compartí", que socialmente está tan arraigado que ni lo pensamos.

Jové continúa: "Cuando los niños llegan a cierta edad tienen conciencia de propiedad y pueden tener perfectamente claro qué es lo que les apetece compartir y qué no. Puede ser que los padres veamos como un valor a inculcar en nuestros hijos el de la generosidad, y por eso les pedimos que compartan sus cosas (...) [pero] Respetarles también incluye reservar un espacio para ellos y dejarles potestad sobre las cosas que poseen.

Está bueno transmitir valores como el altruismo y fomentar la cooperación, pero también está bueno que nuestros hijos tengan la libertad de decidir a quién y de qué manera prestan sus cosas. Muchas veces sucede que le pedimos a un niño de muy corta edad que comparta cuando todavía no tiene la capacidad para entender el concepto. Demos tiempo y el ejemplo. Finalmente, todos terminarán siendo generosos, porque de ese modo son los niños. Y si no me creen miren este video.

jueves, 18 de septiembre de 2014

¿Qué es el método de alimentación Baby-Led Weaning?



La expresión en inglés Baby-Led Weaning (BLW) hace referencia a un método que implica que el bebé se alimente por sí mismo cuando comienza su fase de AC (alimentación complementaria). Weaning se refiere al proceso por el cual se introducen alimentos que no son la leche materna, para finalmente producirse el destete de un mamífero, mientras que led indica que el proceso es liderado por el bebé. Este método está basado en las teorías de Gill Rapley.

Actualmente los alimentos sólidos se comienzan a dar a partir de los 6 meses, aunque, como ya dijimos en este post, no todos los bebés los aceptan a la misma edad.

Es bueno estar atentos y notar cuándo los bebés están motivados para empezar a probar distintas comidas, tienen curiosidad por explorar y descubrir nuevas texturas, etc. Ofreciendo al bebé alimentos sólidos que pueda tomar con sus propias manos logramos que se mantenga su curiosidad, permitiéndole jugar y explorar por sí mismo.

Según esta teoría, los niños a los que se les permite decidir lo que comen tienden a ser menos exigentes y se ha visto que incluso rechazan los alimentos que luego se comprobó que les producían intolerancias.

Pero hay muchos padres que se preguntan: ¿no se atragantará si le doy comida sin procesar?

La respuesta es no, muchos padres han elegido esta forma de alimentación. Por supuesto, debemos cuidar qué alimentos dar, el modo de cocción y nunca dejar a los bebés sin atención. Pensemos que hace algunos años, no tantos, no existían las procesadoras ni las minipimers y los bebés también comían. De hecho está comprobado que es mejor que puedan sentir todo tipo de texturas para después adaptarse mejor a la dieta familiar. A partir del año, cuando ya coman prácticamente de todo, será mucho más fácil que acepten la "comida normal".
Recordemos que para iniciar la AC (del modo que sea) es indispensable que el niño ya se mantenga en posición vertical, sentado, y aguantando la cabeza recta por sí solo; y sea capaz de agarrar los alimentos con sus manos y llevárselos a la boca. Aunque no tenga dientes, un bebé puede masticar primero con su lengua (del mismo modo en que succiona) y más adelante con sus encías.

Les recomiendo ver del pediatra Carlos González este video sobre la AC libre de papillas. 

Los bebés a quienes se les deja autoalimentarse tienden a aceptar una mayor variedad de alimentos. Probablemente porque, aparte de los sabores, los bebés también tienden a experimentar con las texturas, colores, tamaños y formas de la comida.

No hay necesidad de cortar los alimentos en bocados, basta cortarlos en pequeños bastones, por ejemplo, para que el bebé pueda agarrarlos con la mano y llevárselos a la boca.

Suele recomendarse empezar con alimentos blandos (como la banana, la palta) siempre bien maduros; o bien cocidos cuando corresponda. Si quieren saber más sobre las teorías de Gill Rapley, pueden hacerlo en esta web.

sábado, 13 de septiembre de 2014

¡Me siento desbordad@! ¿Qué hago? 10 claves para enfrentar conflictos familiares


La crianza está plagada de esos momentos de desborde donde sentimos que todas las teorías son inaplicables y las situaciones nos sobrepasan. Nos encontramos enojados, muchas veces gritando, y sin herramientas para enfrentarnos de otro modo a los conflictos.

Y si bien hay muchos libros recomendables que nos pueden ayudar, la vida cotidiana no siempre nos permite tener el tiempo para leerlos. Por todas estas cuestiones es que se me ocurrió resumir en estos 10 puntos algunas claves para encontrar un balance familiar. Tal vez algunas de ellas puedan ser positivas para ustedes.

¡Espero sus comentarios!

1. Seamos conscientes de nuestro estado de ánimo y del contexto.
Muchas veces los conflictos se ven agravados por nuestro humor, cansancio, estrés laboral, etc. Tomar consciencia del estado de ánimo es un extra que nos permite ser menos vulnerables a reaccionar impulsivamente.
Otras veces el contexto nos juega en contra: podría ser una casa ajena o un comercio. Los espacios públicos suelen ser particularmente poco aptos para los niños. Por ejemplo, un niño en edad de deambular (15 a 30 meses aproximadamente) dentro de un restaurante repleto de gente se convierte rápidamente en un problema. Busquemos espacios que se adapten a las necesidades de todos los miembros de la familia. Y si el contexto no ayuda probemos ser flexibles (punto 4) o cambiarlo.

2. Tomémonos un minuto antes de reaccionar.
¿No les pasa que la primera reacción suele ser más exagerada de lo que hubiesen querido? Por eso existen las técnicas de contar hasta 10. Pensemos un minuto cómo vamos a responder ante un problema y qué queremos lograr como objetivo (frenar, cambiar, consensuar, disuadir). Vamos a evitar muchos gritos innecesarios.

3. Comuniquemos claramente nuestras necesidades y las reglas del hogar.
Hablar de todo en casa es muy importante. Que cada miembro de la familia tenga su espacio para ser escuchado (realmente escuchado, sin interrupciones ni juicios) y las reglas se consensúen en conjunto suele ser muy beneficioso. Me gustaría incluir en ese punto el hecho de decir siempre la verdad a los chicos, sea el tema que sea, adaptando el lenguaje a su nivel de comprensión. Es muy común que los hijos estén nerviosos porque perciben problemas "de grandes" y no pueden expresar o comprender los hechos por falta de información. Un hogar democrático se construye entre todos.

4. Intentemos ser más flexibles.
No se trata de dejar que los chicos hagan lo que quieran, no. Siempre me encuentro escribiendo esta frase. ¿Será porque es una de las primeras críticas que recibo de quien no conoce sobre la crianza respetuosa?
Intentar ser más flexibles es pensar: ¿realmente es importante esta situación en este momento? ¿Si se baña ahora, dentro de diez minutos o mañana (suponiendo que el niño en cuestión no está cubierto de barro, digamos) no es lo mismo? La rigidez es un gran enemigo de la crianza. Recordemos que una clave para la supervivencia del ser humano es su capacidad de adaptación.

5. Conozcamos las características de la edad de nuestros hijos.
Si sabemos que los berrinches son normales, comienzan a los 18 meses (mes antes, mes después) o que los niños antes de los 3 años no comprenden totalmente el significado del "no" nuestras expectativas van a ser más realistas. No vamos a pretender que ordenen su cuarto antes de cierta edad ni que todos los días realicen las mismas rutinas sin quejarse o sin tomarlo como un juego. Esto se puede aplicar a cualquier edad. El pensamiento abstracto, por ejemplo, se va adquiriendo a partir de los 6 años y se completa a los 12. Hay reglas de comportamiento que, simplemente, no podemos pedirle a nuestros hijos si aun no están lo suficientemente maduros.

6. Reveamos y critiquemos siempre las interpretaciones de los comportamientos.
Esto pasa mucho. "Mi nena escribe la pared, le digo que no y se ríe. Me está desafiando" se puede leer también como "Mi nena escribe la pared, todavía no entiende bien que no se puede, le parece divertido". Infinidad de veces, diría yo, los adultos creamos problemas donde no los hay por seguir interpretaciones naturalizadas socialmente, pero que pueden ser erróneas. Todos los niños pasan por fases que son pasajeras (aunque pueden ser inoportunas y molestas, claro). Ellos aprenden con la repetición y el ejemplo, por lo cual necesitamos tener una dosis extra de paciencia.

7. Pidamos ayuda siempre que la necesitemos.
Si nos sentimos desbordados, pidamos ayuda. Ayuda para delegar otras tareas que nos entorpezcan la crianza, ayuda para poder tomarnos un tiempo propio de distensión o incluso ayuda profesional. Una consulta psicológica (familiar, individual, etc) o psicopedagógica (si el problema estuviese relacionado con el aprendizaje) nos puede desvanecer preocupaciones y sumar herramientas para el día a día.

8. Compartamos experiencias con otros padres.
Amigos, familiares, papás del colegio o desconocidos. Sí. Hoy es muy fácil compartir en Internet, leer foros, participar en grupos de Facebook y ponerse en contacto con otros padres en forma online. ¡Cuánto mejor nos hace sentir saber que otros están pasando por lo mismo! A veces compartiendo descubrimos estrategias e ideas nuevas. Y si no, de todos modos sabernos acompañados siempre es un plus.

9. Evitemos las situaciones que ya sabemos que generan conflicto.
Dependerá de cada familia ir conociendo las fuentes de los conflictos: pasar frente a un determinado comercio, llevar a los chicos a alguna parte cuando están cansados, planificar demasiadas actividades juntas, dejar a la vista una pertenencia que no podemos compartir entre todos, son algunos ejemplos.

10. ¿Y si me desbordé por completo? Sé que fui injusto con mis hijos... ¿Qué hago? 
Siempre estamos a tiempo de arrepentirnos y admitir nuestros errores. ¡Errar es humano! Yo creo que pedir disculpas es un buen comienzo, seguido de explicar nuestras razones y sentarnos a hablar (punto 3). Nadie puede pretender ser perfecto, eso no existe. Dejemos las culpas de lado y avancemos con la convicción de que podemos aprender a ser un poquito mejores cada día. Es el gran desafío de ser padres. ¿No creen?

lunes, 8 de septiembre de 2014

¿Es necesario poner límites en la crianza?




¿De qué hablamos cuando hablamos de límites? Pareciese que los límites son un concepto abstracto. Dice Casilda Rodrigáñez: ¿poner límites o informar de los límites? A mí en particular no me gusta nada hablar de límites. Hablaría de transmitir valores, reglas y demás. Como dice el Dr. Carlos González, en la adultez llevar adelante cualquier acción "sin límites" es sinónimo de algo positivo, ¿entonces por qué en los niños es algo deseable?


Sí, muchas veces habrá que decirles que no a los chicos y lograr que hagan cosas que no desean.

No, la crianza respetuosa no se trata de dejar "que hagan lo que quieran" ni de ser permisivos, esto es un reduccionismo en el que no deberíamos caer.

¿Pero queremos dialogar con nuestros hijos, escucharlos y que nos respeten verdaderamente? ¿O que tengan temor al castigo y se sientan incomprendidos? Es la diferencia entre la autoridad vertical y la horizontal de la que habla Rosa Jové.

Yo elijo la autoridad horizontal. Quiero legarle a mi hijo herramientas para su vida y valores que considero positivos. Pero, sobre todo, quiero que sea una persona segura y autónoma. Y que sepa tomar decisiones por sí mismo.

Algunos me suelen decir que yo llamo de otro modo a algo que es lo mismo. Pero creo que el lenguaje no es un hecho menor. Si quiero proponer algo nuevo, está bueno empezar por nombrarlo distinto. El límite tiene, claramente, una connotación negativa. "Ese chico esté buscando el límite". "A este otro le faltaron límites". Todas ellas son concepciones condescendientes. Lo que ocultan es la contracara adulta: falta de escucha y de empatía. Es más fácil castigar. Y más rápido el resultado. Es la sencilla y triste razón por la cual triunfa el conductismo en la crianza.

Nos pese o no, nuestros hijos nacen con alas. Está en nosotros cortarlas o enseñarles a volar.

Incluso "poner límites" se convierte en una tarea más en la (extensísima) lista de "deberes parentales". Como si se tratase de algo separado de la vida cotidiana. Nada más lejos de la realidad: nosotros enseñamos guías de comportamiento y valores cada día, con nuestras actitudes, palabras y acciones. Justamente no necesitamos generar más "deberes para el hogar". Eduquemos con el ejemplo, hablemos y escuchemos. Apostemos a una crianza en paz.

Esto no es más que una reflexión, una invitación a abrirnos y pensar desde otro lado. Les dejo más abajo algunos extractos de diferentes autores que suman al tema. Me gustaría leer sus opiniones.

Rosa Jové, La crianza feliz
El adultocentrismo es una forma de educar basada en la obediencia ciega y en la idea de que las normas se imponen de arriba abajo, es decir, de padres a hijos. Cualquier límite es un obstáculo para una crianza feliz. Yo no limito a mi marido, ni mi marido a mí: simplemente hemos hablado de lo que nos va bien en nuestra convivencia y lo hacemos. La palabra «límite» es una coacción a la libertad. Hemos de hablar a nuestros hijos de valores y no de límites. El hecho de usar la palabra «límite» casi exclusivamente con niños es un claro ejemplo de adultocentrismo.

Carlos González

¿Tiene sentido esperar de un hijo que obedezca sin rechistar? ¿No preferiríamos un hijo que es él mismo, que sabe expresar sus preferencias y negarse a algo que no le agrada? Y es aquí donde entran la perspectiva y la flexibilidad.