sábado, 23 de agosto de 2014

Por qué elijo educar sin castigar


Estaba navegando por ahí y encontré la siguiente frase: “Es abuso cualquier comportamiento encaminado a controlar y subyugar a otro ser humano mediante el recurso al miedo y la humillación, y valiéndose de ataques físicos o verbales.” (Susan Forward, terapeuta y conferenciante). Inmediatamente pensé en los castigos.

Hace tiempo que vengo leyendo sobre el tema y cada día me convenzo más de que castigar a los chicos es un ejercicio de prepotencia, como dice el Dr. Carlos González. Dicha sea la verdad, son muchas las veces que los padres nos sobrepasamos, gritamos y hacemos cosas que no nos gustan. Pero siempre hay tiempo para tomarse cinco minutos y pensar. ¿Podemos hacerlo de otro modo? 

En este sentido les recomiendo Parenting without punishing (crianza sin castigos) de Norm Lee (online y en español); Crecer con confianza, educar sin castigos ni recompensas de Justine Mol; Creciendo juntos, de la infancia a la adolescencia con cariño y respeto de Carlos González; El niño feliz de Dorothy Corkille Briggs; La crianza feliz de Rosa Jové, entre otros.

En Parenting without punishing, una publicación gratuita de Norm Lee, se habla de una investigación llevada a cabo en Estados Unidos sobre violencia familiar. Los resultados demostraron que más del 95% de las personas habían sido golpeados, cacheteados y humillados de otras maneras durante la niñez, experimentando el horror y el trauma de ser atacados por aquellos adultos de quienes no tenían otra opción que depender para sobrevivir y tener amor y protección. No creo que los resultados hubiesen sido muy distintos en Argentina. Hagamos un poco de introspección y memoria.

Norm Lee dice: "La primera objeción al castigo es que no funciona. Que no sirve a nuestro propósito de "reformar" al niño, pues aunque el comportamiento externo pudiera cambiar temporalmente para evitar el castigo, la humillación es internalizada, sólo para resurgir más tarde. El castigo empeora las cosas casi sin excepción, sin importar que sea o no aparente inmediatamente. (...) La mayor parte de la gente cree en la efectividad del castigo porque brinda una apariencia de control. Pero al reprimir la hostilidad, impulsa la mentira, el engaño y la hipocresía y cosas aún peores."

El hecho es que vivimos en un mundo violento y plagado de disfuncionalidad familiar, ¿por qué no analizar las causas y condicionamientos que surgen en infancia misma?

Continua Lee (y yo comparto su visión): "Creemos en los valores tradicionales de la familia: La honestidad, responsabilidad, gentileza, respeto, valor, libertad, paciencia y auto-confianza. (...) Creemos en la auto-disciplina, tanto para padres como para niños." 

QUÉ ES LO QUE PROVOCA EL CASTIGO EN LOS NIÑOS

1. Le enseña que la violencia y la intimidación es el camino para lograr el poder, el control, respeto y madurez.


2. Produce sentimientos de ira y resentimiento. 


3. Hace que el niño se sienta culpable y desvalorizado, minando su autoestima. (sobre la importancia de la autoestima como base psicológica de todo ser humano leer El niño feliz).


4. Impide que el niño pueda madurar y aceptar su responsabilidad.

5. Mata la espontaneidad, el humor, la buena voluntad y la alegría de la niñez.

6. Disminuye su capacidad y habilidad de amar.

7. Ata psicológicamente al niño a la persona que lo castiga en un círculo vicioso que destruye su independencia y rompe su espíritu.

8. Daña el valor y la confianza, produciendo timidez y cobardía.

9. Induce el temor y la ansiedad, generalmente de por vida.

10. Priva al niño de la experiencia de la libertad y del derecho a una niñez feliz.

En Crecer con confianza, de Justine Mol, la autora menciona: "En un sistema de premios y castigos, los niños en lugar de cooperar, vivir en perfecta armonía y respetar a los demás, aprenden sobre la dominación: la persona con mayor poder es la que corta el bacalao y al resto no le queda más remedio que pasar por el aro o rebelarse." Para criar personas seguras de sí mismas debemos prescindir de los castigos.

Por su lado, el Carlos González en su libro más reciente retoma el mismo tema y es bastante categórico: "El castigo es completamente innecesario para la educación de los hijos. (...) Por desgracia, a todo el mundo le gusta las soluciones fáciles y rápidas que las que requieren tiempo y esfuerzo. (...) La palabra castigo se inventó para no llamarlo por su verdadero nombre: venganza."

¿Y cuáles son las alternativas? Muchas. ¿Se necesita paciencia? Seguramente. Y cambiar los patrones bajo los cuales venimos siendo criados (en la mayoría de los casos). Fomentar el diálogo, escuchar activamente, poner reglas claras que se consensúen en familia, respetar los sentimientos y pensamientos de nuestros hijos (aun cuando no estemos de acuerdo), preferir siempre la autoridad democrática u horizontal, confiar en nuestros instintos y en los chicos mismos. Les recomiendo los libros que cité al comienzo. Es un camino que vale la pena comenzar a transitar. ¿Ustedes qué piensan?

4 comentarios:

  1. Estoy totalmente de acurdo! Los castigos son profundamente contraproducentes y debemos evitarlos. Gracias por esta excelente nota.

    ResponderEliminar
  2. Muy linda reflexión. Los castigos no funcionan, es fundamental que podamos desarrollar como padres y como sociedad otro tipo de recursos más complejos y elaborados. Es una valiosa contribucion para ello este escrito.

    ResponderEliminar
  3. "Los abuelos son los dueños de las historias, los adultos de la selva y los niños del enorno", "Nunca he visto a un indígena pelearse con otro, gritar a su mujer o pegarle a uno de sus hijos", del documental El Quijote De La selva. (Citas palabras más palabras menos, pero esa es la idea de ada una)
    Gracias por tu maravilloso blog.
    Un abrazo

    ResponderEliminar